Archivos Mensuales: junio 2023

La Culpa

Para qué escribo y a dónde pretendo llegar

Cuando comparto todo esto, me pregunto para qué. Y el para qué de todas las metáforas, relatos o leyendas que puedo escribir al respecto. Cuando me coloco en el gran escritor que todo lo sabe, lo cierto es que sólo sale una gran gramática, un afán por el perfeccionismo de que el texto sea bueno, que sea misterioso y abstracto, pero no transmito nada.

Estoy intentando ahora transmitir lo que aprendo para poder compartir, en un ejercicio de ver si hablando de todo esto yo aprendo y el que lo lee se lleva algo. Y con eso sentirme parte de algo, parte de un crecimiento donde tú y yo encontramos la paz, somos mejores personas y convertimos al mundo a nuestra imagen y semejanza.

El miedo a escribir y a compartir

Aunque deseo siempre escribir, siento al mismo tiempo un miedo terrible a que pasará con la información que vierta aquí. Es como un miedo a que todo lo que se escriba aquí acabe siendo sabido en todos los lados. ¿en dónde empezó ese miedo? A mí me encanta hablar y hablar, contar mi vida, expresarme y transmitir, pero es cierto que todo eso ocurre cuando me siento seguro. Si esa información la van a tener ciertas personas, me encierro en un caparazón y nada sale de mí. Cada vez comprendo más que nada de lo que siento es casualidad. No soy un ser que vino al mundo con un prejuicio u otro. Cuando nací no había más necesidad que alimentarme y crecer. Pero alguien y algo dañó a ese niño herido, y por desgracia para la inocencia que vive en nosotros, a veces esa violación de la pureza del alma se camufla de mil maneras.

La culpa. Qué genera en mí

Esta semana he estado sintiendo la culpa. Es mi particular criptonita, es la que me saca de mi paz. Me gustaría listar lo que inocula, al menos a mí:

  • Me hace auto rechazarme. No me permite hacerme compañía a mí mismo, cuidarme, amarme. Es como si la persona a la que más amas, te negara un beso, un abrazo, unas palabras de ánimo.
  • Me hace rechazar al mundo. En esos momentos no crece la compasión, ni el cuidado, ni el compartir dentro de mí. Cómo lo voy a compartir con terceros si no lo tengo en mi interior en ese momento dentro de mí. El que convive conmigo en esos momentos sabe que son mis horas más oscuras para vivir o compartir conmigo.
  • Me reduce las posibilidades de buscar puntos de alegría. Me sumerge en una lentitud, una fatiga, y un silencio que no me permite salir de ahí. Es como un barro pegajoso y denso que moviéndote o no, te hace hundirte.
  • Mata mi creatividad, profesional o personal. Cualquier habilidad que tenga, la capa.
  • Disminuye mi capacidad intelectual. No veo soluciones, sino problemas. Incluso ir a comprar comida supone un problema.
  • Aumenta mi irascibilidad. Como no me soporto en ese estado, busco fuera a algo o alguien que me quite la culpa. La realidad es que como la culpa que me genero no se puede eliminar por nadie más que por mí mismo (todo ayuda, pero yo mismo la genero, y yo mismo me la debería quitar), todo lo que me encuentre no sólo no me funcionará, sino que además lo evaluaré en el mismo orden que valoro todo, con culpa. Es decir, todo tendrá la culpa de mi culpa.
  • Me genera más culpa. Y esto es enrevesado. Cuando me veo en culpa

¿Y por qué sigue ahí, si sé que es tan dañina para mí?

Y sin embargo, está ahí. Es como el tabaco, te mata y lo sabes. A mí me ayuda a explicarme de dónde viene la culpa o para qué la uso. Porque para mí ha tenido una utilidad.

Una vez que lo identifiqué todo fue mucho más liviano. Lo más curioso para mí fue reconocer que la culpa tenía una utilidad que me negaba porque aceptarlo es aceptar que tengo intereses perversos. Lo voy a enumerar porque me ayuda a no dejarme nada. Me resulto doloroso darme cuenta que tengo un manipulador dentro, que consigue cosas con artes oscuras que le dañan a él mismo, pero que… le funcionan.

  • Con la culpa consigo que me haga más caso, más atención.
  • Además, que el daño que pueda haber hecho sea perdonado ya que en ese momento muestro fragilidad y nadie se atrevería a descargar la ira con alguien que ya está rendido. Por tanto, consigo patente de corso en algunas situaciones.
  • Tener todo bajo control. Cuando la situación no sea como tenía que ser, volvemos a lo conocido, a lo que me ha acompañado siempre y conozco el resultado. La culpa.
  • Consigo generar culpa en la otra persona, y con eso que se haga lo que yo quiero, cómo yo quiero, y cuando yo quiera. Esto es duro, porque para que funcione, yo tengo que sentir la culpa de verdad, y por tanto, me tengo que dañar.
  • También, y aunque parece que lo lógico sería concedérmelo de otra manera, me concedo descansos físicos o mentales. Me sume en un estado de paralización que gracias a ellos a veces encuentro paradas donde puedo echar la vista atrás y darme cuenta que quería ese pequeño respiro.
  • Y la parte adictiva… Lo malo de la culpa es que es muy invasiva y que te degrada. Lo bueno es cuando se va porque la sensación es de libertad, de inmensidad, de sensación de plenitud. Es como sentir que lo mejor de que una persona se despida por un tiempo es los reencuentros. Pues ésto podría ser algo similar. Creo que encuentro tan potente la fase de subida, que a lo mejor a veces puedo hasta buscar la fase previa, la culpa. Como si fuera el único modo de llegar a ella….
  • Y luego está cuándo me la infrinjo a mí mismo, para obligarme a mí mismo a hacer algo. Es como lo que hago con terceros, pero conmigo mismo. Cuando me quiero manipular, cuando quiero hacer algo a lo que no me atrevo, cuando no estoy en dónde debería estar, entonces sale la culpa con su látigo. Y todo depende en este caso de la visión que tiene/tengo de mí mismo y de la situación desde una esfera de mi ser de la cual no soy consciente pero que dirige y controla mi vida. Es como si otra persona estuviera al mando de mis creencias y pensamientos, y ordenara lo que es correcto e incorrecto. Esto se podría llamar ego, o super ego, o como se llame. Pero es ese ser interno, o seres, que quieren llevarte por un camino concreto, y que usan la culpa porque es el mecanismo que saben que funciona contigo. En mi caso, todo lo que me pueda decir a mí mismo estando en culpa es muy muy duro.

En ese punto, en el que sigo ahora, me ayuda escribir textos como éste donde me reafirmo en que con la culpa puedo conseguir cosas, pero que el precio a pagar es altísimo, tanto para mí como para lo que pretendo construir. Es un precio basado en que para que yo pueda ganar, y el otro no pueda ganar a la vez, yo tengo que dañarme, aunque sea un poquito. Y lo malo es que eso tiene un fin, ya sea porque te sumes en un pozo sin fondo donde la culpa ya te abraza y nunca te suelta, o entonces te quedas sólo.

Ahora entiendo que esa parte oscura puede existir dentro de mí, que es una parte tal vez rechazada dentro de mí hasta ahora, pero que poquito a poco, puedo entenderla, abrazarla, quererla e integrarla en mí mismo. Y con eso elegir.

¿Os ayuda si os hago algunas preguntas?

  • ¿Dónde aprendí a sentir la culpa? ¿Cuándo? ¿Dónde lo ví que se usaba?
  • ¿Qué es lo que saco cuando me meto en culpa? ¿Con quién? ¿Con qué?
  • ¿Qué dejo de hacer que no me atrevo a hacer?
  • ¿Qué miedos evito cuando entra en juego?
  • ¿A quién manipulo?
  • ¿Qué consigo que se haga? ¿Qué consigo que no se haga?

A lo mejor todo esto os sirve para entender la culpa. Un mecanismo que cuándo más lo veo, más me doy cuenta que es la llave de la felicidad. No porque exista, sino que sólo por conocerlo, se desmonta mucho de lo que me atenaza.

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